En esta blog se publican obras del artista argentino Sebastián Zaiper Barrasa. Cuentos, microrrelatos, poemas, reflexiones, videos, shows de poesía, narración oral y clown.

Violeta

Estimada señorita que tomaba el colectivo 151 en la parada de Medrano allá por los años ochentaitantos:

Usted no me conoce. Nunca logré presentarme. Pero si alguna vez nos volviésemos a ver, estoy seguro de que mi cara le resultará familiar: Fuimos vecinos. Viajábamos en el mismo colectivo a la misma hora. Alguna vez incluso te ofrecí el asiento, y vos me dijiste gracias con la cabeza y te sentaste. Llevabas ese día una pollerita corta. Lo recuerdo bien. En realidad recuerdo bien tus piernas. Y recuerdo también cómo esquivé tus ojos cuando te diste cuenta de que te miraba. Pero ahora me doy cuenta de que la estoy tuteando. No se por qué lo hago. No la conozco, aunque me hubiese gustado mucho conocerte. Conocerla. Perdón.

Lo que trato de confesarle no tiene que ver con las fantasías que se tejieron en mi cabeza adolescente de aquellos tiempos. Usted fue las primeras piernas que vi de tan cerca. El primer escote en el que pude sumergirme cuando empezaste a desarrollarte. Eras muy sensual. En tu carpeta tenías un sticker que decía: “la ladilla es un piojo sexi” o algo así. No era un stiker, ahora me acuerdo, era un texto escrito con corrector blanco sobre la tapa trasera de tu carpeta. Fue lo primero que leí de vos. Lo único. Tendrías unos catorce o quince años. En realidad no lo se a ciencia cierta, pero siempre imaginé que serías un año menor que yo.
Releo lo poco que escribí y noto que he vuelto a tutearte… tutearla. No sé como hablarle. No lo sé, porque nunca le hablé. Nunca me atreví. No sabía por dónde empezar.

En nuestro segundo año de cruces de colectivo (es decir: cuando tus quince o dieciséis), tu estilo empezó a cambiar. Primero fue la pollerita. Después fueron los ojos delineados en negro. En algún momento apareció un aro de una espada atravesada en tu oreja. Luego, el diamante en tu nariz. Los piercings y los tatuajes no eran tan comunes en aquellos tiempos, aunque imagino que vos, usted, los habrías probado incluso en el ombligo o la ceja. Yo nunca me atreví a agujerarme ni el lóbulo de la oreja. Apenas me animé algunos trucos en mi pelo. Vos también. Un día te me apareciste con un mechón en color púrpura, y tenías los labios y los ojos delineados en un violeta muy oscuro. No estabas yendo al colegio. Fue en otro colectivo. Era sábado. Yo viajaba solo. Me esperaban unos amigos (como todos los sábados) para jugar al T.E.G. La pasábamos bomba (leelo en tono de ironía). Vos no estabas sola. A tu lado (pero me di cuenta un rato después, porque mi mirada te estaba besando los labios), a tu lado había alguien abrazándote. Era muy alto y mucho mayor que vos. Seguro. A vos te gustaban los tipos así; no eras una nena inocente. Él tenía puesto un pantalón de cuero negro, cadenas, tachas… combinaba bien con vos. Yo no.
Un tiempo después intenté copiarte el estilo. Pero ya habíamos terminado la secundaria y vos te habías mudado. No volví a verte más.

Esto que acabo de escribir es una gran mentira, como también es una mentira eso de que nunca le hablé. Ocurrió unos cuantos años más tarde. Yo te había pedido un café. Vos trabajabas como camarera y yo necesitaba despabilarme de la resaca. No me había dado cuenta de que era usted. Igualmente, eso no hubiese cambiado nada. Y ahora que lo veo escrito, me doy cuenta de lo paradójico de esto: yo te pedí un café. Durante muchos años hubiese querido preparar un café a la mañana para vos. Tampoco me vas a creer que yo estaba con uno de los viejos amigos de la secundaria; uno de esos con quienes nos reuníamos los sábados a jugar al T.E.G. Yo ya te había olvidado. La cara de la camarera (o sea su cara, tu cara) me resultó conocida. Después de un rato me acordé. Estuve a punto de decírtelo; no lo hice. Una vez más me ganó la timidez. La estupidez dirás, dirá, diré. Tendríamos unos veinticortos años. Mi amigo acababa de regresar de su primer viaje al exterior. Había ido por trabajo. Estábamos festejando el re-encuentro. Habíamos bebido bastante y yo necesitaba tomar un café para despertarme. Ahora él se radicó en los Estados Unidos. Formo su familia. Tiene una hija hermosa que jamás conocí. Lo extraño mucho. Él fue mi gran compinche de la adolescencia.

Pero qué le puede importar esto a usted. En realidad: qué te puede importar a vos algo de lo que digo en esta carta. No daré más vueltas entonces; lo diré: usted fue mi primer amor. La primera mujer de carne y hueso de quien me enamoré. Intenté encontrar tu cara, tus piernas, tu pelo púrpura, tus labios pintados de violeta, en cada una de las mujeres que me crucé el resto de mi vida.

El otro día volví a verte por el barrio. Empujabas un cochecito con un bebé hermoso que no pude ver. Ibas a visitar a tu viejo o a tu vieja o a una abuela, o a una amiga de la secundaria. Quizás estabas regresando a reencontrarme. No pude decirte nada. No supe por donde empezar. Pero ya no me preocupa tanto, porque a partir de ahora llevaré esta carta en mi bolsillo. Y cuando un desconocido se le acerque y se la entregue en un sobre violeta, por favor, acéptele el presente y mírelo a los ojos. Seguramente su cara le resultará familiar. Seguramente, al completar los espacios vacíos, descubrirás al hombre de quién fuiste su primer amor. Un hombre que sigo viajando solo, hasta encontrarte.




SZ

30 comentarios:

Szarlotka dijo...

Cuanta ternura
Me hiciste viajar en el tiempo
Muy conmovedor

Coni Salgado dijo...

Es cierto, esta carta va y viene en el tiempo...
tiene ternura adolescente
Impecable final

Lola dijo...

Muy romántico... lástima cuando decís "tetitas". Ahi le da una expresión vulgar que desencaja... pero bueno, es un gusto mío.

Hermosa la historia, pero un lento el tipo... la vio muchas veces en el bondi y no dijo nada. La vio en el bar y tampoco. La vio por la calle y tampoco... ¿Qué espera! ¿Encontrarla en un velorio?

Perdón, tiré todo el romanticismo al tacho. La historia es preciosa... pero los tipos quedados me ponen de la cabeza...

Sebastián Zaiper Barrasa dijo...

Visto y considerando que varios me comentaron que las "tetitas" hacían ruido (y yo me debo a mi público, jejej), opté por sacarlas.

Esta es una de las tantas ventajas que tiene la publicación en web...

Gracias!!!

Cristina dijo...

Debe haber quedado mejor sin las "tetitas" porque no me asaltaron al leer el texto.Por cierto, muy tierno lo suyo don Sebas. Y...que no la busque más que ya debe estar toda arrugada!
Con tanta chica linda que anda por ahí...

Nicolás Barrasa dijo...

A mi me pasa, generalmente me enamoro en el subte. Casi todos los días...
Muy bueno!

ade dijo...

- Como que toda arrugada? (me refiero al comentario de Cris). Debe ser una niña de treinta y pico. Bueno Sebastian Zaiper, no es muy común hoy recibir cartas, y el violeta es un liindo color. Dale esa carta a quien corresponda.
Besitos. Ade

**VaNe** dijo...

Muy tierno, y melancólico a la vez.
Me gustó ahora más sin las "tetitas".
Yo también me enamoro en colectivo... qué pasaría entonces si todos nos lo dijéramos? porque evidentemente somos unos cuantos que se enamoran asi... sí, ya sé, no sería lo mismo, y perderíamos esa magia que tiene la melancolía de lo que nunca fue... y el Zaiper no se hubiera inspirado... y... y...

Szarlotka dijo...

A mi lo de las tetitas no me hizo ruido; es màs, me dio ternurita.
Acá va mi comentario grasa: la próxima vez que veas a Violeta, no la dejes ir, no la dejes ir...

Ana dijo...

Que bronca que me daban los chicos como ese ... nos dejaban escuchando temas de Luis Miguel, soñando que al día siguiente por fin iban a decir algo... hasta que, cansadas de esperar, crecíamos.

El texto me enterneció. Me llevó directo a esas épocas. Mi mas sincero agradecimiento al autor!!

Sandra dijo...

Un viaje a la adolescencia lleno de ternura, leerlo me llevó de vuelta a momentos hermosos, precioso

Nanu dijo...

Me pareció terriblemente tierno y melancólico a la vez el texto.
Un viaje de todos los días y uno que no se para a decir hola siempre me resulta un poco triste. Debo decir que ese un poco triste me encanta, es como esa tristeza de las lluvias de otoño qque cala los huesos

Me gustó mucho Sebas.

Taller Literario Kapasulino dijo...

Muy bello y melancolico... Me encanto la historia

Keiko dijo...

Cuando la encuentres otra vez
mirala a los ojos
y regalale esta flor violeta.

Beatriz dijo...

Tierna y romantica historia. Y nos transporta al los años adolescentes, donde hay mucha tela para cortar.
A Laura A.,le digo que los tipos quedados son los mas sensibles y a Sebastian B. que siga el consejo de Keiko y le regale...
¡Bello texto!

Natalia dijo...

Bueno aunque no sea en un sobre violeta, tal vez ya la haya leído aquí.
Dulce muy dulce esta carta.

silvina dijo...

Me gustó mucho. Un observador romántico que se automargina pero sigue esperanzado y con capacidad de ver la belleza de la vida que se le escapa: como los bebés hermosos que no puede ver. Una mirada luminosa en una oscuridad que puede volverse asible aunque por el momento más no sea con fantasías como la de besar labios con la mirada.

gingerale dijo...

Obra Maestra. ¿Algo mas romantico que esta carta? Imposible.

Anónimo dijo...

Zaiper, te molestaría llevar unas cuantas de mi parte. No a tu violeta, aunque el 151 pasaba por la esquina de casa.

No sé lo de las tetitas, perl el juego del tuteo me gustó.

Abrazo.

Agostina Cánova Kuessner dijo...

"mi mirada te estaba besando los labios"
que frase...!!
además me trajo muchas reminiscencias de un texto de cortázar "usted se tendió a tu lado", que también juega mucho con el tu y el usted, pero en otro sentido..
Congratulations por el libro profee!!y gracias por la buena onda el domingo!

Sebastián Zaiper Barrasa dijo...

Gracias Agos!

Estoy leyendo "Manos que Cuentan", tu cuento Hambre está muy bueno! bizzaro, violento pero a la vez sutil y simbólico.

Naty's dijo...

Que puedo decir sobre este texto?
Mi adolescencia tuvo tantos amores platónicos, como amores reales he tenido al crecer, y aun hoy vuelvo a imaginar y fantasear que hubiese sucedido si...pero, no...tantas veces pensé en hablar como tantas no lo hice...pero guardo las esperanzas, quizá algun dia me vuelva a encontrar con esos amores. Muy lindo Sebas

Netomancia dijo...

Despierta ternura, la carta de un amor que no se puede olvidar. Muy bueno.

Silvina Tauz dijo...

Es tan romántica esta carta... me encantó. Y me pasé mi vida estudiantil enamorándome en el tren. Creo que nos pasó a muchos.
Hermoso, Sebas.

Horacio dijo...

A mí me pasó lo mismo. Cuando la ví, no pude creer que tal belleza viajase en ese colectivo suburbano. Nuestras miradas se cruzaron en varios viajes. Pero cuando quise entregarle la carta, no la aceptó. Quizás pensó que era un vendedor de ilusiones.

Daydreaming dijo...

Excelente lo suyo Zaiper, me encanto!
Yo tambien recorde esos amores platonicos del subte o colectivo, a quien no le paso alguna vez!
Mariann

Magicary de Portalezka (Alejandra Alicia Rodríguez) dijo...

Que lindo texto... tiene una estética con un lejano aire a una peli de Darín que ahora no recuerdo el nombre...
Y como dijeron much@s: todos tenemos amores de colectivos y subtes. Y que lindos recuerdos de aquellos que prosiguen y no quedan en el colectivo.

PD: Debo confesar que lo leí por el título: el color de mis ojos en mi primer semana de vida y de ahí mi color favorito y algunas veces mi sobrenombre... jajaja
PD: No creo que ya no me reconozcas por mi nick pero mejor aclarar que oscurecer, soy Ale del tcl37 y tcl41.

Arlet dijo...

Mientras leía tu carta a Violeta, sonreí varias veces y disfruté de la ternura que encierra.
Me hizo recordar a aquélla carta que escribí y que después la denominé "Una carta que nunca llegará a destino". La diferencia: Los escenarios son diferentes.
Arlet

Anónimo dijo...

Muy linda carta. Muy linda la historia. Me emocionó por recordar situaciones vividas. A veces pasa así, con una mirada vemos el alma del otro y nos quedamos ahí para siempre. Y enamorados. Aunque el otro no se entere... ¿O sí se entera, y se hace el que no?
Anita

Anónimo dijo...

Me gustó mucho. Terminé de leerlo y en seguida me puse a recordar amores similares...
Laura.

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