(o algo así como 25 x 3)
Un cepillo demora el lío de la importación de inteligencias, simplemente porque está personalizando la aplicación de barreras entre profesores y ruidos. Un hombre florido, después de todo, quiere el pestillo de una rectitud que trata de marchar hacia un tablón nuevo, ahora en el rincón.
La amabilidad lo deja sano y feliz porque siempre los monos vuelven a cenar cuando fuman en trajes de noticia y ven indistintamente decididos los manuscritos de la santidad. Así entienden la reserva del momento de las estrellas. Sus camisas comentan y se les coagulan las puertas.
Revueltos los telones, tapan a los pobres tomados que se sueltan y abrazan sus narices. Así alzan la imagen de la maldad, causa de hijos y padres, frutos que se forman para servir frente a la compañía incontrastable de los muertos purificados que serán cuerpos de reyes.
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